El SIBO es un tipo de disbiosis, es decir un desequilibrio en la microbiota del intestino delgado, no es una infección. Hay varios tipos de SIBO: de hidrógeno, de metano (IMO), sobrecrecimiento fúngico (SIFO) y por último, y quizá más complicado, el SIBO sulfuro.
SIBO SULFURO
El tercer SIBO o SIBO de sulfuro de hidrógeno se trata de un sobrecrecimiento de bacterias que consumen hidrógeno para producir sulfuro de hidrógeno, un gas muy maloliente e inflamatorio. Además, este gas es muy inestable y analizarlo en un laboratorio resulta difícil y costoso.
Sibo de sulfuro de hidrógeno
El SIBO de sulfuro de hidrógeno (H2S) es el tercer tipo de SIBO y, hasta hace poco, del que menos información había. Recapitulando un poco, recordemos que el SIBO es el sobrecrecimiento de bacterias en el intestino delgado, lo cual causa un sinfín de problemas digestivos y extradigestivos. La prueba de elección para diagnosticar el SIBO de Hidrógeno y el IMO (SIBO de Metano) es la prueba de lactulosa o lactitol, que mide estos dos gases y los representa en una gráfica, lo que nos permite ver el tipo de SIBO que existe y en función del resultado plantear un tratamiento.
Sin embargo, el SIBO de sulfuro de hidrógeno no se puede diagnosticar solo con la prueba de lactulosa, ya que en España todavía de forma específica aún no hay ningún laboratorio (a fecha de abril 2023) que mida el gas H2S. De todas formas, podemos intuirlo cuando hay una sintomatología clara (la veremos más abajo: gases olorosos, hipersensibilidad visceral, niebla mental, etc…) y una gráfica plana para los dos gases en el test de SIBO (Cuidado con la interpretación, que no salga plana no lo descarta, ya que una persona puede tener varios tipos de SIBO a la vez).
SULFURO DE HIDRÓGENO
El sulfuro de hidrógeno es un gas muy irritante para las mucosas (estudio), y se ha visto que puede contribuir en el desarrollo de una EII, cáncer colorrectal, o incluso puede debilitar el esfínter esofágico superior (de ahí el reflujo exagerado). También puede dañar nervios y mitocondrias, y está relacionado con el desarrollo de varias enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Algunas bacterias reductoras de sulfato son Desulfovibrio, Bilophila, E.coli, Klebsiella, Proteus, Citrobacter o Morganella, y diariamente en función de varios estudios se agregan otras con alto potencial ser productoras de sulfuro.
Estas bacterias suelen tener más genes de resistencia a antibióticos y pueden alimentarse de sustratos más variados, por lo que este SIBO puede ser especialmente difícil de tratar. Por si fuera poco, también producen enterotoxinas, lo que ocasiona toda esa molesta sintomatología. Todos estos síntomas son los que nos permitirán diagnosticar en primera instancia esta condición, pero habrá casos en los que no sea suficiente y se necesite hacer alguna prueba específica.
SÍNTOMAS DEL SIBO DE SULFURO
Los síntomas son muy variados y pueden ser tanto digestivos como extradigestivos, aunque no tienes que presentarlos todos para tener SIBO de sulfuro. Aquí tienes algunos ejemplos:
Reflujo gastroesofágico a veces severo.
Halitosis o mal aliento.
Gases y heces malolientes.
Dolor o molestias viscerales.
Sensación de toxicidad (sentir que estás intoxicado) Niebla mental.
Intolerancia a alimentos azufrados / tioles.
Intolerancia a suplementos como NAC, MSM, sales de Epsom
Adormecimiento o temblores en extremidades.
Intolerancia al ruido / luz.
Dolores de vejiga, articulares, musculares.
Síntomas relacionados con la fibromilagia.
DIAGNÓSTICO DEL SIBO DE SULFURO
1. Evaluar la sintomatología del paciente. La historial clínica es fundamental, las enfermedades asociadas a cada paciente en especial las inmunológicas son de gran importancia en la evaluación previa.
2. Ver si hay una curva plana en el test de SIBO normal (lactulosa/lactitol).
3. Eliminar los alimentos altos en azufre y tioles durante una semana y ver si hay una mejoría al retirarlos, o un empeoramiento de los síntomas al reintroducirlos.
4. Si al hacerte el test de lactulosa/lactitol para SIBO, la dieta preparatoria te sienta mal (es alta en proteína animal y esta es rica en azufre), podríamos sospechar que se trata en un SIBO de sulfuro, ya que en SIBO de Hidrógeno e IMO (Metano), lo que suele sentar mal es la fibra y no tanto las proteínas. De todas formas, como aquí también podría pasar que nos sentara mal la proteína animal por una hipoclorhidria o algún otro motivo, esto es de gran importancia en la evaluación inicial.
Considerar otras pruebas como:
Test de disbiosis (se puede ver si hay un sobrecrecimiento de bacterias reductoras de sulfato, pero en este caso la muestra es representativa de la microbiota colónica, por lo que en lugar de ver si hay un SIBO, lo que nos mostrará es si existe un LIBO de sulfuro, es decir, un sobrecrecimiento en el intestino grueso).
LIBO (Large Intestinal Bacterial Overgrowth) es la proliferación anormal de la microbiota del intestino grueso. LIMO (Large Intestinal Methanogenic Overgrowth) indica un crecimiento de metanógena (Archaeas) en el intestino grueso.
En nuestra unidad de patología digestiva en Gabinete Médico Doctor y Doctor (Alicante) usamos el TELETEST DE MICROBIOTA con muy buenos resultados. En el perfil Microbioma del Test de Disbiosis Intestinal se valoran 5 ecosistemas microbianos intestinales: el Bacterioma, el Archaeoma, el Micobioma, el Viroma y el Parasitoma.
CAUSAS DEL SIBO DE SULFURO
Antes de utilizar antibióticos como una primera elección de tratamiento, debemos investigar las causas del sobrecrecimiento bacteriano en primer lugar. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de padecer recaídas, habiendo perdido tiempo, dinero y perpetuando el malestar, con las consecuencias físicas y mentales que eso conlleva. Además, las bacterias desarrollan genes de resistencia a los antibióticos, sobre todo los farmacéuticos, por lo que puede que se cronifique la disbiosis.
Otro problema es que la toma de antibióticos podría derivar en un sobrecrecimiento de otros patógenos oportunistas, como los hongos o las levaduras, y provocar un SIFO. Por ello, es muy importante estar acompañado de un buen profesional médico y nutricional con amplia experiencia y no intentar tomarnos las cosas por cuenta propia (fruto de la desesperación y la impotencia que manifiestan los pacientes).
Los antibióticos farmacológios nunca deberían ser la primera opción de tratamiento, es mi opinión personal y compartida por otros profesionales.
AZUFRE Y SIBO
El azufre es uno de los elementos más importantes para nuestro organismo, ya que es necesario para que la sangre mantenga una viscosidad adecuada, para la síntesis de proteínas, la producción de colágeno y para formar aminoácidos y queratina. Cuando ingerimos azufre a través de los alimentos, este tiene que pasar por una serie de fases para transformarse en sulfato (SO2-).
Si esta transformación no se lleva a cabo, el cuerpo ideará algún otro mecanismo para obtener sulfato, ya que es esencial para la vida. Esta es una de las teorías detrás del SIBO de sulfuro de hidrógeno, ya que al haber falta de SO2-, este se obtiene gracias a las bacterias productoras de sulfuro de hidrógeno (H2S), que sobrecrecen para compensarlo.
El H2S es necesario para el organismo, pero su exceso puede provocar los problemas que hemos comentado anteriormente, como irritación del tracto gastrointestinal, fatiga, reflujo, diarrea o estreñimiento, entre otros.
TRATAMIENTO de SIBO DE SULFURO
Para acompañar el tratamiento, podemos hacer una dieta baja en azufre y tioles, así como realizar otro tipo de acciones extra, como tomar baños de sales de Epsom para aumentar el sulfato en el organismo. Aún así, muchas veces es necesario combinarlo con la ingesta de suplementos, que pueden ser tanto antibióticos en inicios naturales como compuestos que apoyen la vía de sulfatación (siempre bajo la supervisión de un profesional médico especialista y nutricionista experimentada en estas patologías).
A continuación nombramos algunos suplementos útiles para tratar el SIBO de sulfuro de hidrógeno, pero no se especificarán dosis ni combinaciones, ya que es necesario individualizar cada caso:
Ejemplos:
Artemisa
Rifaximina
Amoxicilina+clavulánico
Sulfamidas
Bismuto coloidal
Nitazoxanida
Cefuroxima
Plata coloidal
Aceite de orégano (interesante si también hay SIFO)
Molibdeno
Acetato de zinc
Lemongrass oil (Cymbopogon citratis)
Lactobacillus plantarum
PROBIÓTICOS ESPECÍFICOS.
Dr. Víctor Toledo-Pimentel